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miércoles, 3 de agosto de 2011
Volver a la obra de un maestro.
Una película de Almodóvar impone respeto, admiración y expectativas de un buen filme tanto para la crítica como para los espectadores comunes. Y al igual que otros ya consagrados maestros del cine contemporáneo, este director no decepciona gracias a su autenticidad. Auto confeso admirador de Pedro, Quentin Tarantino, siempre lo ha tenido como referente cuando habla de cine. Esta vez, Almodóvar nos entrega “Volver”, una bella película protagonizada, una vez más, por una notable Penélope Cruz, una obra brillante y peculiar.
Con una profundidad y una carga dramática que se presentan con soltura, la melancólica trama ambientada en las afueras de Madrid va mostrando su audacia y el carisma de sus protagonistas de a poco, con calma y originalmente.
Raimunda (Cruz) es madre de una joven adolescente y está casada con un vago que evade responsabilidades. Ella trabaja para mantener a su familia, cuida a su hija, se las arregla para visitar a su tía enferma y mantenerse pendiente de su amiga con cáncer Agustina, interpretada por Blanca Portillo, otra actriz recurrente en las películas del español. La hermana de Raimunda Sole, con quien es muy unida, tiene en su casa una peluquería clandestina que sirve de centro de reunión de todas las vecinas de este pueblito que vive tanto de rumores y supersticiones como de favores y solidaridad. Todas las vecinas acuden a esta peluquería y en el pueblo todas tienen sus secretos, algunos no muy trascendentales y otros oscuros y personales como los de Raimunda, pero los secretos a veces preceden a su significado y son necesarios para seguir adelante.
La vida de Raimunda se complica aun mas al morir la tía enferma y al circular un rumor sobre la visita de un fantasma al pueblo, el de su madre. En este punto la película cambia de tono y fluye un surrealismo que no parecía tener cabida y endulza las situaciones dividiendo la historia entre la perspectiva de Raimunda, más sobria y lúcida, y el punto de vista de su hermana Sole, mas alucinado y hasta inocente.
Si bien la historia contiene tintes humorísticos ocasionales, el melodrama es el elemento principal de esta cinta, la complicidad delinea los destinos de estas mujeres, la tragedia asedia su pasado y la comprensión cicatriza sus heridas. Todos estos elementos aportan profundidad a cada personaje, lo que les da autenticidad y sensibilidad.
“Volver” tiene una hermosa fotografía que resalta la vida de pueblo, con las calles angostas, las casitas pintorescas, y los vecinos de siempre que merodean por estos mismos escenarios. Mostrando la naturaleza circundante, y adquiriendo una parsimonia que recompensa al espectador. La cinta visualmente evoca también tristeza, fuerza, esperanza y belleza.
La música típica y colorida está presente en varios momentos claves, y se percibe desde los créditos iniciales hasta los créditos finales. Un momento memorable se da cuando la protagonista se anima a cantar para la hija que nunca la había escuchado. Una interpretación hermosa, intensa y conmovedora que se adorna con un cruce de miradas inevitable.
“Volver” entretiene de una manera distinta, llama la atención la sordidez oculta en una apacible vida de pueblo y al mismo tiempo la inquietante calma con la que se enfrentan los problemas. Pero se enfrentan al fin y al cabo al develarse los secretos llegando a la catarsis, y de ese modo es posible sanar, preservar la bondad y conservar sus vidas dignas. Los personajes se ganan la empatía y la compasión del espectador que entiende y redime sin juzgar sus acciones y se deleita con un desenlace del cual todos serán cómplices.
Ciertamente conmovedora, hermosa y colorida, una película altamente recomendable. Junto a “Abrazos rotos” está entre mis favoritas del legendario director. Es una muestra del amor de Almodóvar por el arte, su pasión por hacer películas, su madurez en la forma de relatar historias y de respeto inquebrantable por su estilo. Además confirma la ya célebre química entre el director y una de sus actrices fetiches.
martes, 2 de agosto de 2011
Sin orgullo ni gloria.
Una película con Edward Norton, Colin Farrel y John Voight parece más que garantizada, podríamos esperar ver emocionantes escenas cargadas de acción, con persecuciones de alta velocidad, balaceras y adrenalina, en un argumento candente, complejo y con memorables interpretaciones. Sin embargo "Pride and Glory"(2008) no llega a cumplir con la audiencia.
Destacando al siempre eficiente Norton, contamos además con la acertada interpretación de Noah Emmerich y con una premisa interesante: “Una familia de policías se ve dividida tras una investigación comprometedora por uno de los hermanos”. Pero “Pride and Glory” nos desmiente a medida que la trama se va develando y se pierde, dejando de lado aspectos claves de la historia y desligándonos de la emoción que deberían proyectar sus personajes, no sorprende ni conmueve y deja partes de la historia sin resolver.
La trama se desata de modo sencillo y altamente dramático (no necesariamente en el buen sentido). Un grupo de policías está en un evento civil, cuando de pronto reciben la noticia de que un grupo de policías del escuadrón 31 ha sido asesinado en una emboscada cuando pretendían capturar a un delincuente. Todo el departamento esta tenso y afectado con este terrible incidente, en especial Francis Tierney Jr. (Emmerich) que era el oficial a cargo del escuadrón, y su cuñado Jimmy Egan (Farrel) uno de los integrantes.
En medio de esta inseguridad, el jefe de detectives de la policía y padre del jefe del escuadrón 31, Francis Tierney padre (John Voight), encarga a su otro hijo el detective Ray Tierney (Norton) que tome el caso y se encargue de la investigación. Pero a medida que Ray se interna cada vez más en su labor, va develando una serie de irregularidades que lo llevan a pensar que los delincuentes fueron avisados del operativo por alguien de la policía, involucrando indirectamente a su hermano, a su cuñado y a gran parte del departamento de policía de Nueva York.
Mientras por momentos se nos muestran los lazos familiares sólidos y el lado más fraternal que une a la familia Tierney, por otro lado se nos presenta su lado oscuro y las repercusiones de los otros integrantes del cuerpo que ya están corrompidos. Estas revelaciones van confundiendo a Ray (y a la audiencia) y generan conflictos con su hermano mayor, que llevan a Ray a confesar su dilema con su padre y hasta a enfrentarse con asuntos internos, mientras intenta reconciliarse con su ex esposa.
En general la película trata de llevar todos los elementos y las ramificaciones que se desprenden de los personajes y sus acciones, pero falla en mantener la cohesión de los hechos y en despejar cabos sueltos. Hay momentos en los que se siente la dureza de la edición en la prolongada trama. Desde la profundidad que falta en personajes como la hermana de los Tierney o la ex esposa de Ray, hasta las acciones de Francis Jr., justificadas por su esposa enferma de cáncer, hay elementos que se sienten vacios e insípidos.
La fotografía enfatiza en tomas nocturnas, sirenas, luces de emergencia, letreros de neón y licorerías del Bronx. Se utilizan cámaras en mano en las escenas emocionantes como los operativos policiales, pero en general la narración visual es clásica. Fuera de ello la fotografía en general me hizo extrañar un poco las habituales tomas aéreas de Nueva York y la imponente personalidad de sus edificios, que normalmente co-protagonizan un filme en esta ciudad. Tampoco se aprovecharon muchos escenarios representativos de Nueva York como Manhattan. Claro que no esperaba ver hermosas postales como lasde Woody Allen ó nostálgicos y sórdidos retratos neoyorkinos como los de Scorcesse, pero en todo caso, se hubiera podido sostener la historia en cualquier otra ciudad del mundo, una ciudad como Nueva York siempre roba camaras.
El director Gavin O Connor se refugia en lugares residenciales, bahías y edificios abandonados o de mala muerte, bares, etc., con actores eficientes y de buena reputación, y entrega una cinta autocompasiva, con hoyos argumentales, y de prolongada duración que no llega a dejar una huella trascendental en la mente. "Pride and Glory" es olvidable, suficientemente mala para ni siquiera odiar y poco recomendable.
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